jueves, 18 de noviembre de 2010

Confesion de D. Leonardo a su amada, atribulado, pesaroso, arrepentido , por los hechos acontecidos, aunque  a mi me dá..!!que de arrepentido..na de ná Rosa rojaRosa roja
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
   Ay, doña Tulipána, amor mío,
vengo hoy a la tecla hecho un lío,
amargado, afligido, arrepentido y corrido,
por lo que últimamente me ha acontecido.

He de confesaros, Tulipána mía,
que hoy poseéis gran astada,
pues anoche arribé a Fonfría,
hasta la venta de las luces coloradas,
donde las jarras de vino están frías,
y las damiselas esperan a horcajadas.

Vive Dios que de vos me acordaba,
que deseaba sentir vuestro aliento,
pero al imaginaros con otro encamada,
y, qué raro, yo estaba sediento,
el vino a subía y bajaba,
en el local de María Sarmiento,
mujer rica y acaudalada,
gracias a este establecimiento.

Acercose a mí una joven dama,
mas acierto a pensar que era mora,
pues sus ojos me deslumbraban,
cual primer rayo de la aurora,
de piel dulce y aterciopelada,
y buen par de cantimploras.

Subí ya borracho a la alcoba,
dispuesto a ayuntar por despecho,
pues la mora se volvió medio loca,
cuando vio to`el tema derecho,
y cual Rómulo o Remo a la loba,
se puso a…. tomarme el pecho.

Lo que ahora voy a contaros,
os pido guardéis en secreto,
mas ruego no oséis mofaros,
componiendo vos un soneto,
pues hasta don Luis me ha jurado,
que él también sería discreto.

En el catre hallábase a cuatro patas,
cual ardiente y encelada felina,
pues obscenos gestos me dedicaba,
deseosa de ser embestida,
mientras tanto yo el sable afilaba,
y lo untaba bien de vaselina,
no fuera a ser que no lubricara,
pues sabido es que si no, no patina.

Hallándome ya sobre de ella montado
cabalgando como yo sólo sé hacerlo
osé soltar una mano
que tenía estirando del pelo
y poco a poco la fui bajando
con el fin de llegar al ciruelo.

Pero topeme con algo afilado,
sin acertar a saber qué era aquello,
duro como un encofrado,
y además recubierto de vello.

¡¡¡Vive Dios, que la he atravesado!!!
pardiez, qué larga la tengo,
por esto seguro seré recordado..
allende jamás los tiempos.

Pero enseguida dime de cuenta,
a quien pertenecía el badajo,
pues no era precisamente Cenicienta,
a quien yo tenía debajo.

Os pido a vos doña Chelo
que para mí hagáis de Chelestina,
pues tengo la moral por el suelo
y mi amada estará que trina,
por haber fornicado a un travelo
que decía ser mora zaina
pero que tras el tupido velo
escondía una cosa cochina.Rosa rojaRosa roja
                                                                        R, Carbonero

No hay comentarios:

Publicar un comentario